En paralelo en la vida de Anais, estar en casa todos los días se le hacía extraño a la enfermera. En las últimas semanas había cambiado todos los cuadros de lugar, ordenado la ropa, limpieza profunda, todo lo que se imaginaba para no pensar en lo sucedido.
- Anais, no necesitas hacer tantas cosas, aprovecha de descansar.- le sugirió Tom.
- No puedo estar quieta, demasiado tiempo libre me pone de malas.-
Tom le observaba caminar de un lado a otro en la sala de estar, le tiró de la cintura y le hizo caer sobre él en el sofá.- Deja que ocupe tu tiempo… - le ofreció su ex marido.
- ¿Acaso me darás trabajo?- le preguntó inocente.
- Puedo, pero no como enfermera&hel