La familia Ji estaba en gran angustia debido a la venganza de Lu Shijin. Mientras tanto, Tang Ruochu llevaba una vida muy cómoda. Cada día, estaba bien cuidada, viviendo completamente la vida de un parásito.

Aproximadamente una semana después, a las heridas de su cuerpo se les fueron formando costras y se cayeron. Sin embargo, debido a la gran cantidad de heridas, quedaron algunas cicatrices leves en sus manos y piernas.

Cuando ella regresó al trabajo, Song Anyi vio su condición y no pudo evitar maldecir. "¡Esa bestia de Gu Ruoruo es realmente inhumana! ¿Pueden verse manos y piernas tan hermosas con cicatrices? Si esto fuera en la antigüedad, sería como arruinarte la cara y es posible que ni siquiera encuentres a alguien con quien casarte".

Tang Ruochu rápidamente sonrió y la tranquilizó. "No te preocupes. El doctor dijo que estas cicatrices desaparecerán después de un tiempo".

"¡Eso no puede contrarrestar el acto malvado que ella hizo por tratar de matarte! Maldita sea. La pró