Ese día no lo visité. Austin no respondió; no se negó pero tampoco aceptó. Ese día fuimos al hospital ya que me encontraba un poco mejor para salir de casa. Mi bebé y yo estábamos bien, solo necesitábamos descansar, mantenernos calentitos y evitar los alimentos fríos.
Austin estuvo a mi lado, Maya estuvo a mí lado; vino a quedarse con nosotros por unos días. Me ha ayudado mucho, cuando no me está vigilando Austin, lo hace ella. Algo en sus ojos le da un brillo maternal. Me mira con dulzura.
―Te dije que tu bebé es fuerte. Mira por todo lo que pasó y sigue contigo.
No sabía que decir a eso, porque era verdad. Mi bebé era fuerte. Tuve infinidad de ocasiones para sufrir un aborto y gracias al cielo no pasó.
―Tú eres fuerte ―añadió.
Miré la barriga de Maya,