Flor estaba ocupada barriendo el piso del vasto pasillo cuando la misma chica de la noche anterior se le acercó. Flor la miró y le dedicó una pequeña sonrisa que ella correspondió.
—Oye, ¿cómo estás? Rylie no te castigó por mi culpa, ¿verdad? —Bailey interrogó a Flor, quien negó con la cabeza.
—No, ella no lo hizo —ella respondió antes de ponerse a trabajar con su trabajo. Bailey trató de ayudarla, pero Flor la rechazó.
—No lo hagas. Ella volverá a regañarte o incluso podría castigarte por desobedecerla —murmuró haciendo puchero a Bailey asintiendo con la cabeza.
Pasaron unos minutos en completo silencio con Bailey mirando a Flor que estaba ocupada con su trabajo.
No podía entender por qué el rey incluso la salvó en primer lugar cuando iba a hacerla pasar por esta vida tan dura.
Los hombres lobo están acostumbrados a este tipo de tareas. No se cansan fácilmente, pero para los humanos, tanto trabajo es agotador. Al final del día, parecía que Flor se desmayaría en cualquier momento debi