—Siempre he amado a Damon, ¿Quién eres tú comparado con él? ¿Quién eres tu comparado con el hombre que tu hermano ha demostrado ser? —
Daniel se revolcaba en la cama por causa de aquella pesadilla que estaba invadiendo sus sueños.
—Elena me ama a mi Daniel ¿Qué acaso nunca lo notaste? Ella me ha preferido desde el principio porque soy mucho más hombre que tú, maldito alcohólico —
El sudor frio perlaba su rostro. En aquella pesadilla, Daniel observaba como Damon comenzaba a desnudar a Elena, y como esta comenzaba a besarlo con una pasión desenfrenada que ni siquiera con él había sentido.
—No, no, no, ¡Aléjate de ella! —
Con aquel grito soltado al aire, Daniel despertaba de su pesadilla tan solo para encontrar la misma penumbra de siempre reinando en su habitación. Estaba completamente empapado en sudor, y apenas alcanzaba a entender que todo aquello no había sido más que un mal sueño que su mente traicionera le había hecho tener.
Mirando hacia su costado, Daniel encontró a Kather