Punto de Vista de Luis

​Una vez que desapareció dentro, volví mi atención a las puertas. La noche se extendía ante mí y no pude evitar sonreír.

​Este era mi momento. Mi mundo. Y esta noche, alguien iba a pagar por el estúpido despotrique de Kaelen esta tarde. Por cada vez que viniera a molestarme e irritarme con sus estúpidas diatribas, me aseguraría de cargarme a alguien por él.

​La perspectiva de lo que estaba a punto de suceder me hizo sentir un cosquilleo por dentro. Estiré mis manos en el aire, absorbiendo con placer la brisa fresca que llevaba susurros de hojas, el ulular distante de un búho, y el ruido débil de la manada asentándose para la noche.

​Este era mi momento, la hora en que lo mundano se plegaba sobre sí mismo, y mi verdadero yo —la verdadera maldad— se desataba.

​Avancé por el recinto, invisible para todos. Los trabajadores se dirigían penosamente a sus cuarteles, con la cabeza inclinada bajo el peso de otro día. Sus parloteos se desvanecieron en la noche mientras me