Punto de Vista de Luis
—¿Esa? —se burló una de las mujeres, siguiendo mi mirada—. ¿En serio? Es un desastre.
—Sí —intervino otra, riendo—. Nos tienes a todas nosotras para elegir, ¿y la eliges a ella?
No me digné a responderles. En su lugar, me dirigí a su rincón lentamente. Ella levantó la vista cuando me acerqué, sus ojos se abrieron por la sorpresa, como si acercarse a ella fuera un crimen.
Bueno, dado que apestaba a desesperanza, tal vez lo era.
—Hola —dije, apoyándome casualmente contra la mesa—. Pareces que necesitas compañía.
Ella parpadeó, claramente sin esperar que nadie le hablara.
—¿Yo?
—No, la mesa detrás de ti —dije con voz inexpresiva, luego sonreí—. Por supuesto, tú.
Sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa.
—Bueno, ¿no eres encantador?
Me encogí de hombros, dejando que mi mirada se fijara en ella como si fuera encantadora y no pareciera el vómito sobrante de alguien.
—Sé lo que me gusta. Y ahora mismo, eres tú.
Ella parpadeó como un cachorro, un atisb