Martina se sorprendió mucho al verme en la empresa. Yo la saludé con un abrazo y un beso en la mejilla.
— ¿Estás muy feliz, Rubí? — preguntó ella.
— Algo —respondí dudosa.
Me acerqué a la oficina de Alexis, caminando lentamente. Antes de llegar, me encontré con Ximena, quien estaba empacando sus cosas. No pude evitar sonreírle.
— ¿Estás muy feliz? — me preguntó enfadada.
— La verdad, sí. Suerte en el papeleo.
— Señorita Sánchez, necesito que revisemos su nuevo contrato —informó Alexis.
— Claro, licenciado.
— Alex, no puedo creer que me hagas esto —le recriminó Ximena.
— Ximena, en verdad pienso que estarás más cómoda con Ivana. Ella te necesita más que nunca en este momento.
Ella le lanzó una mirada asesina y terminó de irse. No pude evitar reír.
— ¿Qué te parece tan gracioso? —Alex me fulminó con la mirada.
— Nada, licenciado.
— Al primer error, se irá. No soy condescendiente con los empleados —me advirtió en un tono severo.
— Lo tengo claro, licenciado.
Los demás empleados lo miraba