Otorongo (Jaguar)

Con el paso de los días, Warí comenzó a escapar de casa y se escabullía tal cual un jaguar antes de cazar, para observar cómo entrenaban los boca de jaguar, llevando con él a su carpincho que se había convertido en su compañero de aventuras a través de sus juegos, sin darse cuenta Wari comenzó a imitar lo que veía de los boca de jaguar y de las bestias de la selva, casi como si fuera parte de él. Debido a esto Wari adquirió habilidades como la caza y el uso de las amas y la lucha. Los padres de Wari, al estar en contra de que él entrene, lo hacía a escondidas. Pero él no sabía que el hombre que lo había salvado en días anteriores lo observaba. Este hombre al darse cuenta de las increíbles habilidades de Wari, decido comentarlo con el Kuraka.

El kuraka, observa a escondidas a Wari y se sorprende al notar que a tan corta edad haya podido desarrollar estas habilidades. Viendo su capacidad física tan prometedora, llama a los padres de Wari para que lo observen de lejos, al igual que él lo había hecho.

Sisa y Suyana estaban sorprendidos y a la vez molestos.

Su hijo será un guerrero, nunca visto, no importa si por ahora no quiere ser un Kuraka, cambiará de opinión. El será un guerrero como yo lo fui en mi juventud, y a la larga un excelente kuraka para su tribu. Debemos apoyarlo, porque nosotros no somos los que rigen el destino — Dijo el anciano con determinación.

Gran kuraka, pero los entrenamientos para ser un guerrero comienzan a los siete años, y Wari solo tiene tres. ¿Qué hacemos? No podemos irnos en contra de las leyes de los Rumi — Dijo Sisa con duda.

Es cierto, Wari es muy pequeño y no podemos exponerlo a sufra algún tipo de daño grave — Respondió el kuraka —Pero tampoco podemos permitir alejarlo de las actividades de la tribu. Es un niño, no podemos privarle de esta parte de su vida.

Todos estuvieron de acuerdo en esperar a que Wari cumpliera la edad adecuada para poder comenzar sus entrenamientos. Esta decisión no la comentaron a Wari, ya que esto podría afectar al comportamiento de él. Los padres del niño lo empezaron a llevar a ver los entrenamientos de los guerreros. Así pasaron dos años enteros, hasta cumplir sus cinco años. Una mañana, Wari se encontraba en una de sus exploraciones diarias, junto al carpincho que ahora se notaba un poco envejecido. Por esta razón, el niño convenció a sus padres de que dejaran que el animal viva con ellos. Ellos accedieron debido a la gratitud que tenían hacia el animal por la forma en que cuidaba y acompañaba a su hijo. Durante esta excursión recorrió un camino ya conocido, el mismo que lo llevaba al río donde solían ir a asearse. En este lugar Wari y su amigo solían jugar al cazador y a la presa. Su juego consistía en que Wari se esconda mientras el carpincho bebía agua del río. El niño debía atraparlo sin que él se diera cuenta. Lo asechaba lentamente mientras se acercaba. En el momento en el que Wari estaba a punto de atacar, noto que alguien se acercaba. Pensando que eran sus padres, decide mantenerse escondido, para darles un susto. Entonces, a lo lejos ve acercare a una niña, más o menos de su edad, la cual había visto antes en la tribu. Ella se acercó a recoger agua al rio, pero se llevó una sorpresa al ver al carpincho en la orilla. Se quedó un momento quieto, parecía que tenía miedo, Wari salió lentamente de los arbustos acercándose hacia la niña, inesperadamente Wari recibe un golpe por la espalda por parte del carpincho, debido a que el carpincho lo vio antes. Cae al suelo riéndose, mientras el carpincho lo envestía con suavidad. La niña al no entender que pasaba intenta asustar al carpincho, a lo que el carpincho ni se inmuta. La niña los observa extrañada.

¿te encuentras bien? No entiendo que pasa — Dice la niña.

Tranquila, él es mi amigo, estábamos jugando —Responde Wari, mientras se ponía de pie. Mirandola fijamente a los ojos, a Wari le sorprende la belleza de su rostro. Era la primera ve en que veía de cerca a una niña —¿Cuál es tu nombre?

Mi nombre es Suyana, ¿Tú cómo te lamas?

Mi nombre es Wari. Mis padres son los encargados de la recolección.

¿Qué te paso? — Dijo la niña señalando la cicatriz en su pecho.

Mis padres me contaron que el día que yo nací, nací sin vida. Y los dioses me devolvieron la vida a través de un rayo de luz que cayó sobre un árbol donde yo me encontraba, y me dejó está cicatriz y esta mancha en mi cabello — Dijo mientras le mostraba el lunar blanco de cabello que resaltaba entre su cabello rizado.

Después de esa conversación, Wari le presentó a su amigo a Suyana. Ella estaba muy emocionada porque nunca había visto un animal así de cerca y él era muy amistoso. Wari ayudo a la niña a llevar el agua hacia la tribu, ambos cargaron un cuenco grande repleto de agua. Lo llevaron hacia su morada, donde se encontraba la madre de Suyana. La niña se despidió de Wari y de su compañero con mucha emoción por lo que había hecho ese día. Wari se fue a buscar a sus padres para contarles lo que había ocurrido ese día. Ellos sintieron emoción de que finalmente su hijo haya interactuado con alguien de su edad, casi todo el tiempo estaba rodeado de adultos.

A la mañana siguiente, Wari corrió a la vivienda donde se encontraba su nueva amiga, llevándole unas frutas que él había recolectado para ella. Suyana, sorprendida al verlo llegar, las recibió con entusiasmo. Wari nervioso, le entrego las frutas y la invitó a dar una caminata por la selva. Su madre salió ese momento para ver quien había llegado, sorprendida vio a Wari, ella sabía quién era. Suyana entregó las frutas a su madre para poder emprender la caminata con Wari.

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