Capítulo 11. No tienes opción

Aria permanece en la cabaña después del entierro de su hermano. Ese hombre llamado Osman, vino hace unas horas y le preguntó si quería participar y así lo hizo. Estuvo allí hasta que la noche cayó, rezando por su alma y pidiendo que todo se resuelva para ella. No es la forma que le hubiese gustado que pasaran las cosas, pero no tenía más opciones.

Desde entonces, no ha comido ni hablado. La anciana, que ahora sabe que se llama Genoveva, intenta consolarla, pero su mente está atrapada en la desesperación. Todavía no comprende cómo su vida dio un giro tan drástico de la noche a la mañana.

Cuando finalmente se siente con más fuerzas, opta por dar un recorrido en las habitaciones. Lo primero que ve cuando abre una de las puertas es a Kael de pie frente a una de las ventanas. Su sola presencia la hace temblar; sin embargo, no entiende el motivo.

—¿Qué es lo que realmente quieres de mí? —pregunta e intenta ocultar su miedo—. ¿Por qué me ayudaste? ¿Cómo esperas que te pague por haberme res
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