Capítulo 15.

Su vestido estaba roto. Destrozado sin arreglo alguno. Las extremidades arrancadas, hilos dispersos por todos los lados, los detalles desmenuzados en aquel trance de cólera.

No sabía que hacer.

Era tarde. Derek siempre había sido alguien puntual.

Alzó su cuello y observó su reflejo.

Estaba destruida, su perfecto maquillaje destruido, arruinada.

Tanto por dentro como por fuera.

Su tiempo escaseaba, debía de estar lista.

Recordaba sus palabras.

Se puntual, Adalia.

Así que, no se detuvo a examinar sus acciones.

Se ubicó de pie y empezó a colocarse el vestido que Chad le había obsequiado.

Hermoso, parecía hecho únicamente a su medida. Cada trozo de tela abrazaba con dulzura el fino cuerpo de la bermeja, justo como Chad la abrazaría si estuvier

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