Mundo ficciónIniciar sesiónBenjamín la agarró por los hombros y miró profundamente a los ojos arrugados de Carlota. Aquello no podía estar sucediendo; ella no debía ser la mente maquiavélica detrás de toda esa tragedia.
Carlota no intentaría asesinar a su propio hijo, ¿verdad?
El llanto que rodaba por su rostro parecía sincero y quien no la conociera de verdad creería que estaba realmente emocionada con la situación. Pero Benjamín no creía en su teatro banal.
Él se apartó de repente, como si hubiera visto un monstruo ante sus ojos. Así era como veía a Carlota ahora: como un monstruo.
—No puedes haber hecho esto —dijo, intentando conectar los motivos—. ¿Cómo lograste mandar a secuestrarme?
El rostro de Carlota se puso blanco de repente y se vio obligada a desviar la mirada.
—¿De qué está







