Dylan regresa al centro de la ciudad de la manada Fuerza de bronce con estupor, pasos titubeantes y expresión desdeñosa.
Todavía no lo asimila.
Ella, la chica que lo saca de sus casillas y a quien nunca ha soportado, es su mate.
«¡Maldita suerte la mía!», se queja en su mente mientras hace una mueca que denota sufrimiento.
Él se frota el rostro varias veces y suspira con impotencia.
—¿Qué haré ahora? Legna nunca aceptará el reclamo, pero tampoco el rechazo porque le encanta fastidiarme. ¡Chiquilla insolente y problemática! —Él patea una roca que se encuentra en el camino y la hace trizas.
Cuando Dylan llega al festival, ya quedan pocas personas en la calle, puesto que casi es de madrugada y la mayoría se han apartado a los lugares rurales para aparearse bajo la luna, o regresado a sus casas y manadas.
—Dylan, ¿dónde te metiste? Me he cansado de buscarte toda la noche, incluso llegué a pensar que te habías regresado a Rayo dorado —le reclama Clara, quien lo aborda desde que lo ve.
Él c