Alessandro

Tengo la expresión más agria y seria que podría tener por culpa de la escena que tengo frente a mis ojos: Summer y Adán ríen animadamente junto a la barra mientras se secretean cosas.

Mi plan era pasarlo bien, despejar la mente y dejar de pensar en ella cuando acepté que Alondra y yo saliéramos. No esperaba que la cita fuera de cuatro.

—¿Qué pasa, amor? Has estado muy callado —Alondra apoya su cabeza en mi hombro.

—Me duele la cabeza —murmuro. No es del todo mentira; ver a Summer cerca de otro hombre me produce jaqueca.

Alondra traza caricias insinuantes en mi pecho.

—¿Quieres que salgamos afuera? —se me sigue insinuando.

Debería, porque me molesta mucho ver a Summer y Adán juntos, pero no, no iré a ninguna parte. No voy a perderla de vista ni por un maldito momento.

—¿Me estás escuchando, Alessandro? —Alondra se escucha un poco molesta.

—No, ¿qué me estabas diciendo? —pregunto sin apartar la mirada de Summer.