Capítulo XXXV. Terapias de choque parte 2.
Sofía (alias Isabel).
Lo miré como si estuviera loco, pero cuando me deposito en suelo frente a mi enorme ducha de cristal, apenas pude reaccionar, cuando me vi pegara contra su cuerpo, de repente, mojándole su ropa con la mía, mientras el enorme albornos cedía, cayendo al suelo.
-“¿Qué…?”- fui a quejarme pero mis labios fueron silenciados por los suyos, mientras era empujada e introducida en la enorme ducha, caminando hacia atrás, mientras el pegaba su cuerpo la mío.
Sólo me detuve cuando sentí a mi espalda el frio de a unas de su paredes laterales de la acristaladas ducha. No podía resistirme, desde que sentí sus labios, su sabor, su aliento, las ganas de abrazarme a él, de sentirlo, me golpearon de las misma manera que me había golpeado la ira momentos anteriores.
Había oído el dicho de que el deseo y la ira se retroalimentaban, pero jamás lo había experimentado, hasta ahora, cuando me vi, dentro de aquella enorme estructura de metal y cristal, mientras nuestras manos ayudaban