Una noticia inesperada.
El sol se ocultaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y morados, mientras Laura empaquetaba las últimas cajas en la sala de su casa. Cada objeto que guardaba le recordaba momentos compartidos con Martín, risas y lágrimas, pero también discusiones y heridas abiertas.
La decisión de dejarlo había sido difícil, pero sentía que era lo mejor para ella y para Lucas.
—¿Mamá, por qué estamos empacando? —preguntó Lucas, con su pequeño rostro lleno de confusión mientras observaba a su madre recoger sus cosas y guardarlas en esas maletas.
Laura se agachó a su altura, acariciándole el cabello con ternura.
—Vamos a mudarnos a un lugar nuevo, cariño. Solo por un tiempo —respondió, tratando de mantener la voz firme, aunque su corazón se rompía en mil pedazos.
—¿Y papá? —preguntó él, sus ojos grandes y llenos de inocencia.
—Papá estará cerca. Siempre lo estará —dijo Laura, sintiendo una punzada de dolor al pensar en lo que significaría esa separación para su hijo.
Al terminar ba