Sin impedimentos

Carrick sabía que había sido un cabrón, se arrepentía de haber dejado a July, de haber regresado con Analissa, pero adoraba a Santiago, de sus tres hijos es el más divertido, es más él que nada, adora a ese niño y estaba dispuesto a todo por July, pero necesitaba empezar por hablar.

Carrick salió del auto y  siguió a Julianne hasta su puerta. El joven le tomó de la cintura y July negó con la cabeza.

—No necesitamos ponernos dramáticos.

—Necesitamos hablar, Julianne. Fallé. Fui un cabrón. Me asusté, necesitaba… Te amaba, pero, mi hija necesitaba a su mamá, mi hijo también y pensé que darle a mi matrimonio una oportunidad era lo mejor para todos.

—Carrick, no era la primera vez.

—July…

—La elegiste dos veces, me dejaste dos veces por ella —gritó y le pegó con la bolsa.

—Tú siempre has querido esto, la mansión, el dinero, el puesto impresionante—respondió Carrick. —No podía quitarte eso.

—¿Estás escuchando? Básicamente no podías elegirme como  la madre de tus hijos.

—Julianne, lo hubieses odiado.

—No quiero la mansión vacía, ni ser abandonada dos veces por ti, la segunda con un hijo mientras me metías ocasionalmente dentro de mí y no quiero estar soltera y dando lástima—La mujer le volvió a golpear e ingresó a su casa. Se quedó pegada a la puerta y se molestó aún más porque había hablado de más. Julianne destruyó todo lo que pudo, quebró vasos, botellas del mini bar, adornos y gritó, Carrick fue a su casa y se tomó una botella de ron como si fuese agua, luego fue a acostarse.

Eran las tres de la mañana cuando Julianne fue a acostarse, había quebrado el retrato de sus padres, marcos de fotos de sus hermanos e infancia, la joven vio impresionada la casa y toda la destrucción que había generado, incluso el vestido verde estaba roto y un ventanal.

La joven se acostó sobre su cama y no consiguió descansar, a las cinco de la mañana bajó a oscuras, se clavó un vidrio en el pie, se lo sacó y vio su adolorido pie, se tomó un trago de ron blanco con las Xanax, que estaba segura, Arturo había conseguido de forma ilegal, la joven se acostó en el piso de mármol del recibidor e intentó dormirse.

Unas horas más tarde sus padres estaban parqueando frente a su antigua casa,  habían quedado en visitarle como todos los primeros sábados del mes. Emma fue la primera en entrar, puesto que James estaba parqueando el carro de Alice la cual vio a su gemela en el suelo y se asustó. Alan le puso a su hermana a Ivana, su hija de cuatro años. La pequeña cubrió dramáticamente su rostro y su abuela sonrió antes de caminar  hacia su hija mayor que tenía una botella de alcohol al lado, un vidrio en la mano, sangre en los pies y estaba acostada sobre el mármol medio desnuda.

Allan le buscó el pulso y asintió.

—Julianne, ¿necesitas un minuto o dos? —preguntó su hermano. La joven no respondió, ni siquiera se movió. —Julianne, necesito que te pongas en pie.

—¡Tía Julyyy! Vine a comer y a nadar en la piscina, en tu piscina, con un vestido de baño rosa—gritó la pequeña. Julianne tomó una bocanada de aire. Se puso en pie, su hermana respiró tranquila al verle moverse. —Oh, oh,  estás desnuda —Dijo la pequeña Ivana y Alice le dio un beso en la mejilla.

—Tiene un cuerpazo—Dijo Alice a su sobrina. —Si yo fuese ella nunca me vestiría.

—Sí, solo tiene que ponerse maquillaje en las cicatrices.

—Ivana, ¿cómo no estás calladita? Así, como cuando es una competencia—propuso su papá y le cargó hacia la cocina.

—July, quieres hablar de este desastre, de estar en el suelo, desnuda, con un batón, después de destruir la casa.

—No quiero hablar, en realidad, me encantaría que se fueran.

Emma caminó hacia su hija y le abrazó con toda sus fuerzas. La joven lloró entre sus brazos y Emma vio las pastillas en el suelo, le preguntó cuántas había tomado y ella respondió que no sabía. Alan regresó y abrazó a su hermana, su madre le pidió que la cargara a la habitación, James entró a su casa con las bolsas de desayuno, su hija era la más hacendosa de los tres, pero cuando no recibieron ningún mensaje de confirmación debieron entender el mensaje.

En el mejor de los casos le encontrarán medio desnuda con Carrick Burwish, en el peor algún imbécil estaba pegándole. James vio su casa despedazada, vio sangre, alcohol, las pastillas y finalmente vio a su mujer y su hija con bolsas de b****a. Ivana venía con pastillas en la mano.

—Ey, enanísima. Vamos  con tu abuelo favorito a casa, nosotros iremos a la piscina todo el día hasta que consigas tu propia cola de sirena.

—Abuelo, uno solo puede convertirse en sirena en el mar.

—Vamos al mar.

—Sí, sí, sí—Emma vio a su nieta brincotear y pensó en la última vez que sus hijos fueron pequeños, felices y les podía proteger de todo, incluso de su imaginación. James se fue con la pequeña, Alan consiguió que llevaran medicación a su casa, Arturo traía unas vendas para su prima y estaba acompañado por Emilio el cual ayudó a su tía y su prima a limpiar.

Carrick pasó la mañana viendo una fotografía de él y Julianne, bailando tango en la gala benéfica y su favorita era definitivamente en la que tenía su mano encima de su trasero. Carrick pensaba mandarle rosas a Julianne, pero, decidió llevarlas personalmente de su jardín, las cortó y envolvió tal como su madre le había enseñado y se dirigió a la casa de Julianne, pensó en devolverse cuando vio tantos autos parqueados, sin embargo, si iba por la mujer tenía que ganar puntos con su familia. Emma le vio de pies a cabeza cuando entró con las flores.

—Dime que echaron un polvo loco.

—No es algo que quiera decirte mamá—bromeó Cash y le dio un beso en la mejilla.

—¿Sabes que es momento de pedir ayuda? La próxima vez si va a matarse mamá. —Advirtió Alice.  — Carrick, qué haces aquí.

—Vengo a visitar a Julianne, pero parece que se volvió loca. Me pegó ayer. 

—Mi hermana, te pegó—dijo su Alice.— ¿Te has visto, Cash?

—Tu hermana me hace muchas cosas, es con quien sueño cuando tengo un sueño húmedo.

—Carrick—advirtió Emma.

—No me voy a ir. —Dijo Carrick mientras acomodaba las flores en una mesa. —Así que, en qué ayudo.

—Decidiéndote Burwish, la mujer te ama y tú la dejas, la mujer te perdona y embarazas a tu ex. ¿Qué tienes en el cerebro?—preguntó Emilio.

—Quiero casarme con Julianne.

—Ahh, no puedo con nada de esto, hoy—Dijo James el cual se devolvió pro su billetera.

—Estoy hablando en serio. 

—Carrick, eres lo peor que le ha pasado a mi hija.

Julianne bajó las escaleras y abrazó a su papá.

—Está muy drogada—murmuró Arturo y Emilio asintió.  

—Eso dijiste cuando volví de Cabo.  Mírame a los ojos y dime que me odias.

—Estás suspendida—July volvió a reír.

—Diles por qué no heredo el bufete, es por mi vagina o por mi falta de apellido marital.

—No se trata de eso, Julianne. Te acostaste con un cliente que era un manipulador impresionante, te mantuvo cautiva, te violó, te sacó un hijo del útero y no vas a ningún tipo de terapia. No puedo, no puedo…

—No pues confiar en mí—terminó la frase y su padre se giró y se fue,

—Yo voy a aceptar mis culpas, si yo no fuera.

—No hagas esto. —Dijo y le golpeó el pecho a Carrick. — ve consígueme una casa, no voy a vivir más aquí.

Julianne volvió hacia las escaleras y las subió hasta la mitad. Vio a su primo, el cual sonrió. 

—Esta es mi casa—Dijo Emma molesta y resentida.

De sus tres hijos la más. Lejana siempre había sido Julianne, con Alice compartía un vínculo especial y Alan sentía que no podía ocultarle nada a su mamá, Julianne siempre había tenido a Julianne y a veces a su padre

—Sí, mamá, es la casa de tu marido también. Voy a un hotel. ¿Qué me diste Arturo? Me pesa el cuerpo. Julianne se cayó por las escaleras, y se rió, luego todos rieron con ella.

—Mañana le dolerá la cara y sentirá vergüenza.

Carrick consiguió un loft, totalmente el estilo de Julianne en tan solo una hora, todo decorado de  blanco con rojo porque ella cree en el poder de los colores y cuando su familia se descuidó le secuestró y le llevó a su hotel.

El botones del hotel, que llevaba cuarenta años trabajando ahí y conociendo a toda su familia sospechó que él estaba en más problemas que Baron y su orgía de cumpleaños número 18, pero igualmente le ayudó a subir a Julianne y ponerle sobre su cama.

Carrick llamó al colegio de sus hijos y nadie contestó, el joven vio hacia la pared y pensó en tirar algo, pero eso le convertiría en Julianne. Llamó a su secretaria y le pidió que investigara dónde y con quién estaba su exmujer y donde y con quien estaban sus hijos. El joven se sentó en el sofá a ver a Julianne.

Ella despertó, se sentó sobre a cama y bostezó, uno larguísimo de esos que son difícil de ver sin contagiarse. Se sentó a su lado de la cama, le dio un beso en la mejilla y le tomó de las manos.

—Tu papá  es un imbécil.

—Me siguen —Los dos rieron.

—Te ofrecería alcohol, pero te secuestré, te conseguí un loft y en realidad llevo días sin saber de mis hijos o dormir, así que pediré una pizza y me acostaré a tu lado, me odias mañana.

—Hamburguesa, con queso, término medio y papas francesas y campesinas.

—Con queso—preguntó Carrick.

—Sí.

—¿Tocineta? —ella asintió y él pidió ambas cosas.

Comieron y vieron una documental, se burlaron de lo aburridos que eran y se abrazaron bajo. Las cobijas. Julianne dijo algo sobre ser la definición de tóxicos y Carrick intentó seducirle, se ganó un beso y otro, pero se sintieron más conectados que muchas veces que hicieron el amor.

Cuando Carrick despertó a la mañana siguiente se encontró con la cama vacía. Julianne estaba en la ducha, pidió al servicio del hotel un par de pijamas extra grandes para ambos y se sentó a fumar junto al balcón. July salió envuelta en la toalla y buscó su pijama se lo puso. Carrick se aclaró la voz y ella se volteó.

—Ey, Carrick.

—Ey, te apetece desayunar o huyes así sin más.

—No tengo teléfono, ni dinero… —Respondió. —Y no quiero salir medio desnuda de tu hotel.

—Quiero que hablemos.

—Carrick, tú y yo debajo de las sábanas somos maravillosos, pero tú ya elegiste, dos veces. No estoy lista para nada serio ahora. Soy la persona que destruyó su casa se drogó y básicamente a mis treinta me escapé con un hombre en medio de una crisis  —Carrick rio y él le dio una calada a su cigarro. 

Ella notó un deje de tristeza en Cash, pero no quiso profundizar en ella. La joven se sentó en la cama y él se puso en pie antes de ir por unos pantalones y una camisa básica, le dio una camisa a Julianne y le consiguió los pantalones de Eleonor, su hermana que siempre deja cosas por si tuviese alguna emergencia. July rió porque la joven tenía hasta un kit de maquillaje. 

Los dos salieron de la habitación y Carrick le llevó por el área de empleados hasta el parqueo, tomó su deportivo y le llevó al apartamento que rentó para ella.

Julianne no recordaba haberle pedido eso a Carrick, pero el lugar le gustaba por completo, era grande, luminoso en un lugar perfecto para ella, incluso la decoración, carric sabía lo importante que eran los colores en un ambiente para ella, sonrió y le miró.

—Solo, seamos amigos.

—Eres mi casero.

—Seamos, amigos, que toman café de vez en cuando.

—Tú y yo nunca vamos a poder ser solo amigos.

—No, pero Sebastian está enamorado de una mujer que amó hace diez años y no recuerda y Alonso está creyendo en el amor luego de perder a la mujer de su vida. Yo sé que me he esforzado por ser imperdonable, pero, intentémoslo.

—Cash, lo que pasa es que yo sí he pasado por mucho.

—Poco a poco.

—No, pero puedo intentar ser tu amiga que te saca de la cárcel —respondió y él le miró con tristeza. —No seas el hombre que me impide vivir  en este lugar.

—Nunca te impediría nada en la vida, quizá ese fue mi mayor error.

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