Carrick se acercó a Julianne y le abrazó. Todavía con lágrimas en los ojos y llorando. Ella le acarició la espalda y el pelo, lo acunó como si fuera un bebé.
—Yo estoy súper bien con que me dejes ser quien necesites. Voy a cuidar siempre de ti.
—¿Lo sabes?—preguntó divertida mientras le limpiaba las lágrimas.
—Te amo y quiero que me cuides todos los días aunque sea un necio, horrible y agotador. Voy a dejar de hacer las cosas complicadas.
—Bien. —dijo y le dio una palmadita en el trasero.
—Y yo, pantancito —Respondió y los dos sonrieron antes de que él le besara.
Los niños salieron de la habitación de su papá y les vieron besándose, Santiago rodó sus ojos y fue hacia su abuela, su hermano le imitó mientras tomaba una foto de sus papás.
—¿Cuál es tu desayuno favorito?—p