Capítulo 39: Un caballero.
El humo de un cigarro dibujaba formas difusas en el viento nocturno. Los bares lucían llenos de gente que alegremente buscaba pasar un buen rato. Las luces en las farolas parpadeaban y los automóviles iban tan rápido que apenas y sus faros coloridos creaban siluetas de colores.
Entrando en un bar de mala muerte, aquel hombre encendía un nuevo cigarrillo, al tiempo que miraba a las mujeres hermosas bailando sobre el escenario mientras los hombres ya borrachos, dejaban billetes a sus pies.
Hacía años que no regresaba a New York; se había marchado cuando las cosas no resultaron beneficiosas para el, dejando a su mujer y su hija atrás, pero aquel informante le había dicho que la situación había cambiado, y que su esposa ahora era la heredera de una cuantiosa herencia.
— ¿Le sirvo algo señor? —
Mirando a la mesera que no dejaba nada a la imaginación en aquel atuendo provocativo, la tomó por la cintura para sentarla en sus piernas.
— Tráeme la mejor botella que tengas cariño, y quédate