"Claro que estoy cualificada, eres tú quien no lo está." La secretaria miró despectivamente a Yolanda, "¿Crees que he venido a hacer el ridículo? Fue Rodrigo quien me pidió que os desalojara."

"¡No digas tonterías aquí!" Cómo podía Yolanda creer las palabras de la secretaria.

"Ahora Gemio está muy incómodo y no puedo creer que Rodrigo haga algo para echarnos en este momento..."

"Me voy a casar con Rodrigo, así que tenéis que iros, ¿entiendes?" La secretaria, ya en postura de anfitriona, se sentó en el sofá, "Os daré una hora, si no, tiraré, todas, fuera."

Yolanda casi se desmayó de la rabia, le flaquearon las piernas y retrocedió dos pasos.

Dalia se apresuró a sostenerla.

Dalia fulminó con la mirada a la secretaria, y en el segundo siguiente, se abalanzó sobre ella, arañando hacia la cara de la secretaria, "¡Mala mujer, nos compraste un perro enfermo, haciendo Gemio pusiera enfermo, y ahora vienes a presumir, sólo porque eres una mala, el señor no puede quererte, no lo sueñes!"

Cuando