—No es necesario que usen ese espejo para hablar conmigo.
Por poco Matt y yo nos morimos del susto cuando vemos a una mujer aparecerse en laesquina de la cocina con un vestido blanco de mangas largas algo desgastado por el uso yde cabello pelirrojo trenzado. Su rostro es angelical y relajado, como si no hubierapreocupación alguna en ella. No sé quién es, pero tampoco me da esa sensación de miedo.Es decir, ha ingresado sin necesidad de hacerlo por la puerta y no me he ensuciado lospantalones. Todas las diosas son iguales en los rasgos faciales o en sus apariencias, peroella… ella es tan joven y radiante.Matt toma mi mano en señal de protección, se pone de pie y la mira con la bocaentreabierta.—Perséfone —musita maravillado.La mujer nos sonríe agradable.«Por todos los cielos que posee el Olimpo».—Estás tan grande que apenas puedo reconocerte, Matt —expresa—, pero un jovencomo tú ha sufrido más que cualquier dios en este mundo. Lam)Hola! Soy la autora de esta historia :)