Al ver a Harrison con la cabeza inclinada y sumido en sus pensamientos, Helena supo que definitivamente no seguiría el plan original de pasarle el puesto como cabeza de familia a Julien.
Efectivamente, Harrison levantó la cabeza con una risa y dijo: “Su Majestad, gracias por tomarse el tiempo de su apretada agenda para venir a Nueva York y asistir a la reunión de mi familia para establecer al heredero. ¡Su presencia realmente nos trae un gran honor!”.
Al fingir una expresión de sorpresa, Helena preguntó: “¿No vamos a anunciar la sucesión de Julien hoy? ¿Por qué has cambiado de opinión?”.
Harrison agitó la mano y, con una sonrisa ligeramente avergonzada, dijo: “Los planes no pueden seguir el ritmo de los cambios, y los cambios siempre superan a los planes. Hasta esta mañana, nunca imaginé que podría recuperar mi salud. ¿No lo cree?”.
Helena sonrió levemente. “Su recuperación se debe en parte a la devoción de Julien, que parece haber conmovido al mismo Dios”.
A pesar de lo que ella