Luna quiere que se abra la tierra, se la trague y la escupa en cualquier parte del mundo, aunque por otra parte bien podría ir a buscar a la chica y darle un par de bofetadas por descarada.
«¡Contrólate! Tú no eres así, ¿qué te está pasando? ¿Se te está pegando lo posesiva y salvaje de Jack?», la regaña su consciencia. Se arma de valor para enfrentar a los hombres, pero ellos parecen seguir inmersos en su conversación.
Luna se termina su helado, se disculpa un momento y va al baño para mojarse la cara, porque en verdad necesita algo más frío que el helado para quitarse la vergüenza del rostro.
Cuando sale, los dos se ponen de pie y caminan en silencio, cada uno al lado de ella. Por supuesto que al salir a la calle la gente los ve raro, como si todos creyeran que de verdad son sus novios o algo parecido, porque hermanos es imposible.
—Yo me despido aquí —dice Zeus—. Nos vemos en casa.
—¿En casa? Pero si yo entro en unas horas a mi turno.
—No, tengo la baja médica para que te qued