Samantha Jenner ha comenzado una relación con su mejor amigo Luke, creyendo que su vida finalmente ha encontrado un equilibrio. Sin embargo, todo cambia cuando Edward, el enigmático socio de su padre, se queda en su casa mientras sus padres están de viaje. Lo que empieza como una convivencia incómoda se transforma rápidamente en una tensión palpable y una atracción innegable entre Samantha y Edward. A medida que Samantha navega por sus sentimientos confusos, se encuentra atrapada entre la lealtad a Luke y el deseo creciente por Edward. Ambos intentan explorar una relación, pero las circunstancias hacen que todo sea complicado. La diferencia de edades, los prejuicios de los demás y la intrincada red de relaciones familiares ponen a prueba su conexión.
Leer másEstoy sentada en Starbucks con mi novio y mis amigas, disfrutando del bullicio y el aroma a café recién hecho. Es uno de esos lugares que siempre me hacen sentir viva, conectada con el mundo. Acabo de pedir un frappuccino y me dejo envolver por el dulce y frío sabor mientras escucho las animadas conversaciones a mi alrededor.
—¿Y qué planes tienes para el fin de semana? —pregunta Ana, una de mis mejores amigas, mientras juguetea con su taza de café. —No lo sé, tal vez solo relajarme en casa —responde María con una sonrisa perezosa. Mis amigas están sumergidas en sus charlas, riendo y compartiendo historias. Mi novio, siempre a mi lado, me da una sensación de confort y familiaridad. Entonces, de repente, su voz corta el aire, trayendo consigo una propuesta inesperada. —Hoy vamos a una discoteca —dice, con un brillo en sus ojos que no había visto en mucho tiempo. Levanto la vista, sorprendida pero curiosa. —¿Una discoteca? ¿Esta noche? —pregunto, tratando de asimilar la idea. —Sí, ¿por qué no? —responde él, encogiéndose de hombros con una sonrisa despreocupada—. Será divertido. Además, hace tiempo que no salimos a bailar. Miro a mis amigas y veo la misma chispa de emoción reflejada en sus rostros. —¡Eso suena genial! —exclama Ana, ya animada con la idea. —Sí, hace mucho que no salimos todas juntas —añade María, asintiendo con entusiasmo. Llego a casa después de unos minutos de haber salido de Starbucks. El aire de la tarde está fresco y me llena de energía mientras subo las escaleras hasta la puerta de entrada. Al entrar, el aroma familiar de la cocina me recibe, junto con la voz de mi padre que parece esperarme con una noticia. —Samantha, necesito que te cambies —dice desde la sala. Dejo mis cosas en el recibidor y camino hacia él, curiosa. —¿Por qué? —pregunto, mirándolo con una mezcla de curiosidad y preocupación. —Edward, un amigo mío, vendrá a casa y se quedará con nosotros por unos días. Quiero que estés presentable cuando llegue —explica, con un tono serio pero amable. —¿Edward? —repito, procesando la información—. Está bien, me cambiaré. Me pongo una falda negra con un body blanco y mis zapatos Dolce & Gabbana. Me miro en el espejo y sonrío, satisfecha con mi elección. Quiero causar una buena impresión, aunque no esperaba tener que hacerlo hoy. Bajo las escaleras con calma, cada paso resonando ligeramente en la casa silenciosa. Al llegar al final de las escaleras, lo veo. Edward está de pie en la sala, conversando con mi padre. Tiene tatuajes que asoman bajo las mangas de su camiseta, el cabello negro algo rizado y un cuerpo de infarto que no puedo evitar notar. Él levanta la vista y nuestras miradas se encuentran. Su rostro se ilumina con una sonrisa encantadora, y siento un ligero cosquilleo en el estómago. —Hola, Samantha. Ha pasado tiempo —dice, su voz profunda y amigable. —Hola, Edward. Sí, ha pasado un tiempo —respondo, tratando de mantener la compostura mientras me acerco. Mi padre interviene, ajeno a mi nerviosismo. —Samantha, Edward estará con nosotros unos días. Quiero que te sientas cómoda y le hagas sentir como en casa. Asiento, todavía algo aturdida por la presencia imponente de Edward. —Claro, papá. Bienvenido, Edward. Espero que disfrutes tu estadía. —Gracias, Samantha. Estoy seguro de que lo haré —responde él, con esa sonrisa que parece desarmarme. Nos sentamos en la mesa cuando mi mamá sirve la lasaña, su especialidad. El aroma es delicioso y me hace sentir un poco más relajada. Edward se sienta frente a mí, y trato de no mirarlo demasiado mientras él se acomoda. Mis padres también se sientan, y la cena comienza con la típica charla ligera. Mientras disfrutamos de la comida, mi padre carraspea y capta nuestra atención. —Samantha, tu madre y yo queremos decirte algo —comienza, con un tono serio pero amable. Miro a mis padres, curiosa y un poco nerviosa. —Mañana saldremos de viaje por unos días. Es un viaje de negocios que no podemos posponer —continúa mi padre. Me sorprendo un poco, ya que no había oído hablar de este viaje antes. —¿Y qué haré yo? —pregunto, tratando de entender el plan. —Edward se quedará aquí para cuidarte y asegurarse de que todo vaya bien en nuestra ausencia —explica mi madre, sonriendo. Mi mirada se dirige a Edward, que me observa con una expresión tranquila y confiada. —No te preocupes, Samantha. Estaré aquí para lo que necesites —dice él, su voz cálida y tranquilizadora. Asiento lentamente, tratando de asimilar la noticia. La idea de quedarme sola con Edward es inesperada y un poco intimidante, pero también intrigante. —Está bien, papá. Mamá. Disfruten su viaje —respondo finalmente, esbozando una sonrisa. La conversación continúa mientras disfrutamos de la lasaña, pero no puedo evitar sentir curiosidad por la presencia de Edward en nuestra casa. Finalmente, dejo el tenedor a un lado y me dirijo a él. —Edward, ¿por qué vas a quedarte aquí? —pregunto, tratando de sonar casual pero claramente interesada. Él levanta la mirada y, por un momento, parece pensativo. Luego suspira y me ofrece una sonrisa que no llega del todo a sus ojos. —Me acabo de separar de mi novia y, bueno, no tengo dónde vivir por el momento —explica, su voz tranquila pero con un matiz de tristeza. —Oh, lo siento mucho —respondo, sintiendo una punzada de empatía por él. —Gracias, Samantha. Pero estaré bien. Solo necesito un lugar donde estabilizarme un poco —dice, su tono volviendo a ser más animado. Mi madre interviene, su voz suave y maternal. —Estamos felices de tenerte aquí, Edward. Esta es tu casa por el tiempo que necesites. Después de la cena, me disculpo y subo a mi habitación. La noticia de que mis padres se van de viaje y que Edward se quedará con nosotros me ha dejado con la necesidad de procesar todo. Además, tengo que avisar a mi novio sobre el cambio de planes. Tomo mi teléfono y marco su número. Él contesta al segundo tono. —Hola, amor —dice, su voz animada al otro lado de la línea—. ¿Estás lista para la discoteca? —Sobre eso... —empiezo, sintiéndome un poco culpable—. No creo que pueda ir esta noche. —¿Por qué no? —pregunta, su tono cambiando a uno de preocupación. —Mis padres se van de viaje mañana y su amigo Edward se quedará con nosotros. No creo que sea una buena idea salir —explico, tratando de sonar razonable. —¿Y si te escapas un rato? —sugiere él, su tono volviendo a ser juguetón—. Solo por un rato. Te prometo que será divertido. Dudo por un momento, considerando la posibilidad. La idea de salir y divertirme con mis amigos sigue siendo tentadora. —Está bien, podría escaparme un rato —digo finalmente, cediendo a la tentación. Justo en ese momento, la puerta de mi habitación se abre y Edward aparece en el umbral. Su presencia es imponente y me siento atrapada. Rápidamente, cuelgo el teléfono. —¿Qué pasa? —pregunta Edward, frunciendo el ceño. —Nada, solo hablaba con mi novio sobre salir un rato —respondo, tratando de actuar con naturalidad. Edward sacude la cabeza lentamente. —Lo siento, Samantha, pero no puedes salir esta noche. Ahora estás bajo mis reglas mientras tus padres están fuera. Mi corazón se hunde. —¿Qué? Pero ya habíamos hecho planes... —Entiendo, pero no puedo permitirlo. Tus padres confían en mí para cuidarte, y no voy a decepcionarlos —dice, con firmeza en su voz. —Pero... —No hay peros, Samantha. Puedes hablar con tu novio y explicarle la situación. Espero que lo entienda —concluye, saliendo de la habitación. Edward entra en mi habitación con una expresión de complicidad en el rostro. —Samantha —dice, sonriendo—. Estaba bromeando antes. Puedes salir esta noche. Lo miro, sorprendida y aliviada al mismo tiempo. —¿En serio? —pregunto, aún dudando. —Sí. De hecho, también me voy a una discoteca —explica—. Así que si quieres, puedo llevarte. Mi sorpresa se convierte en emoción. —¿De verdad? ¡Eso suena genial! Déjame cambiarme rápidamente. Edward asiente, con una sonrisa que parece esconder un secreto. Mientras me apresuro a cambiarme, me siento aliviada por la inesperada vuelta de los acontecimientos. En unos minutos, estoy lista con un look perfecto para la noche. —Vamos entonces —digo, saliendo de mi habitación con una nueva energía.Siento los besos de Edward en toda mi espalda. Sonrío un poco al tener esta deliciosa manera de despertar. Me acerco un poco a él y pongo mi trasero en su miembro, sintiendo como va creciendo cada vez más.—¿Me estás provocando, nena? —su voz suena más ronca de lo normal.—Tú empezaste —me defiendo.Pongo mi mano en su miembro y comienzo a acariciarlo por encima de la pijama. Sus ojos me ven con mucho deseo y sonrío por eso. Me hago encima de Edward y comienzo a mover mis caderas contra su miembro.—Qué duro estas, amor —muerdo su labio.Unos golpes suenan en la puerta y me bajo de inmediato para cubrirme con la cobija. Las voces de nuestros hijos se escuchan desde afuera de la puerta y niego con una sonrisa.—Yo quería sexo mañanero —Edward muerde el lóbulo de mi oreja.Me acomodo la pijama para abrirle la puerta a mis hijos. Sonrío al ver sus caritas brillantes de emoción, sus ojos reflejan la inocencia y la alegría de la infancia.—Mamá, papá —exclaman con entusiasmo mient
**Capítulo Final - Narrado por Sam**El amanecer se cuela tímidamente a través de las cortinas, anunciando la llegada de un nuevo día. Los rayos del sol dorado acarician suavemente el rostro de Edward, quien duerme profundamente a mi lado, con una expresión de paz que rara vez tiene. Observo cómo su pecho sube y baja en un ritmo constante, y me permito unos momentos para admirarlo, sintiendo una oleada de amor y gratitud.Mi vida ha cambiado tanto desde que lo conocí. Cada momento, cada risa, cada lágrima compartida ha sido un ladrillo en la construcción de esta vida que ahora tenemos juntos. Y aunque han habido desafíos, el amor que compartimos siempre ha sido nuestro faro, guiándonos a través de las tormentas.Miro a la cuna de Louis, nuestro pequeño milagro, que duerme plácidamente, envuelto en su manta favorita. Ya ha pasado un año desde su llegada, y aunque el tiempo parece haberse desvanecido en un abrir y cerrar de ojos, las huellas de cada momento se han quedado grabadas en mi
El sonido suave de la alarma me despierta, anunciando el inicio de un nuevo día. Me estiro en la cama y, al girar, veo a Sam todavía dormida, con Louis acurrucado en sus brazos. No puedo evitar sonreír al ver la tranquilidad en sus rostros, pero sé que tenemos un día importante por delante. Hoy, Louis recibirá sus primeras vacunas, y aunque sé que es algo necesario, no puedo evitar sentir una ligera inquietud en el estómago.Desactivo la alarma para que no despierte a Sam, y me levanto con cuidado para no hacer ruido. Me acerco a la cuna y preparo todo lo que necesitaremos para el día. Cuando termino, regreso a la cama y acaricio suavemente el cabello de Sam, inclinándome para darle un beso en la mejilla.—Amor, es hora de despertar —le susurro.Sam se remueve un poco antes de abrir los ojos, y una sonrisa suave aparece en sus labios al verme.—Buenos días —dice en un susurro, todavía medio dormida.—Buenos días —respondo, devolviéndole la sonrisa—. Hoy es el día de las vacunas para L
Hemos regresado a casa después de unos días inolvidables en Santorini. Aunque nuestra boda fue todo lo que había soñado y más, el viaje de regreso nos deja completamente exhaustos. El clima cálido y la belleza de la isla ya quedaron atrás, y ahora estamos de vuelta en nuestra acogedora casa, rodeados por la familiaridad de nuestras propias paredes. Louis es el más cansado de todos. Duerme todo el vuelo, apenas se mueve en mis brazos mientras volamos de regreso. Su pequeño cuerpo está relajado, con sus puños cerrados cerca de su carita, y su respiración suave es lo único que rompe el silencio. Su paz hace que el vuelo se sienta un poco más corto, aunque todavía siento el cansancio profundo en mis huesos cuando finalmente aterrizamos. Edward y yo apenas intercambiamos palabras mientras tomamos nuestras maletas y nos dirigimos al auto. Ambos estamos demasiado agotados para conversar, y el simple hecho de pensar en desempacar se siente como una tarea monumental. Al menos tenemos un par
Hoy es un día emocionante. Finalmente, saldremos a recorrer Santorini con nuestra familia. Mientras la ciudad empieza a despertarse bajo la luz dorada de la mañana, me preparo para un día lleno de exploraciones y momentos compartidos. Coloco a Louis en su cochecito, asegurándome de que esté cómodo y bien abrigado, antes de salir del hotel. Edward ya está listo, y junto con nuestros familiares, nos dirigimos a descubrir la belleza de esta isla.El primer destino es Oia, famoso por sus vistas panorámicas y sus calles estrechas y pintorescas. La carretera serpentea a lo largo de la costa, y cada vuelta revela una vista más impresionante que la anterior. Cuando llegamos, el sol brilla intensamente sobre las casas blancas encaladas y las cúpulas azules que caracterizan el paisaje.—¡Miren qué hermoso es todo esto! —exclama mi madre, maravillada por el entorno.—Es impresionante —responde Edward, tomándome de la mano y dándome un rápido beso en la mejilla—. No p
Abro la puerta de la habitación donde me estoy preparando y me encuentro con Drake, quien tiene una expresión que mezcla diversión y seriedad, algo que raramente veo en él. Me toma del hombro y me da una palmada firme, un gesto que me reconforta un poco.—Vamos, Edward. Es ahora o nunca —dice con una sonrisa que trata de ocultar sus propios nervios.Caminamos juntos por los pasillos del hotel hacia el lugar donde se llevará a cabo la ceremonia. Todo está preparado para el gran momento. A lo lejos, puedo escuchar el murmullo de los invitados, el sonido del viento que se cuela por las ventanas, y el suave tintineo de la música que comienza a tocar, una melodía que me llena de emoción y ansiedad a partes iguales. El ambiente es electrizante, casi surrealista. El aire está cargado con la expectativa de lo que está por suceder.A medida que nos acercamos, siento que el corazón me late más rápido. Este no es un simple paso más en nuestra relación; es el paso definitivo. Sam y yo hemos pasad
Último capítulo