Albert cerró los ojos pensando en lo estúpido que había sido, no debió alterarse, ni hablarle de esa manera a Megan, pero había aguardado una pequeña esperanza, de que April fuese su hija y eso lo hizo entrar en desespero.
Lo peor, por su culpa la pequeña lo descubriría allí y él no sabía como reaccionaría April, pues ni él, ni Megan, le habían anunciado su relación formalmente a la niña.
Pero cuando esos brillantes ojos verdes lo vieron recostado a la pared, tras el closet, la expresión de April se iluminó con una sonrisa.
— ¡Señor Albert! — Ella corrió hacia él y de inmediato, Albert se agachó para darle un pequeño abrazo como correspondía. — ¿Qué hace aquí?
— Bueno, yo…
— ¿Durmió con mi mamá? — Preguntó espontáneamente la pequeña, provocando que ambos tosieran nerviosos, sin saber qué decir.
— ¿Qué?, ¡No, April…! Él, me ayudaba… Y yo… — Balbuceó Megan, buscando una excusa rápida, pero para su mala suerte, la mente se le había quedado en blanco.
— ¿Ya son novios? Si durmieron