Los días de Ethan y Emily seguían llenos de amor, trabajo y momentos compartidos que continuaban fortaleciendo su relación. Con el tiempo, Ethan había aprendido a apreciar cada pequeño detalle que hacía especial a Emily: su risa contagiosa, su pasión por la enseñanza y su amor por la música y los dramas coreanos. Por su parte, Emily valoraba profundamente la dedicación, el apoyo incondicional y la ternura que Ethan le ofrecía cada día.
Sin embargo, los sentimientos de Daniel por Emily seguían presentes en el entorno escolar, aunque él respetaba los límites que ella había establecido. Emily y Daniel mantenían una relación cordial y profesional, pero la tensión a veces se hacía palpable.
Una tarde, mientras Emily revisaba los trabajos de sus estudiantes en su clase, Daniel se acercó a ella.
—Emily, ¿tienes un momento? —preguntó, con una expresión seria.
Emily levantó la vista y asintió.
—Claro, Daniel. ¿Qué sucede?
Daniel tomó un suspiro y se sentó frente a ella.
—Quería agradecerte por