59. JUEGO DE ASTUCIA Y SEDUCCIÓN
NARRADORA
A medida que Lavinia era perfumada y su cabello castaño peinado, iba apretando más y más los dientes, escuchando todas esas perversidades.
Ese tipo lo que se merecía era que le cortaran las pelotas, ya se encargaría ella de eso después de robarle su magia.
Fue sacada al pasillo con una pesada capa tapando su desnudez, caminando en silencio por los opresivos corredores hasta un salón donde todas las candidatas se reunían.
Los candelabros del techo arrojaban una luz suave sobre los rostros maquillados y nerviosos.
Se miraban y medían sus posibilidades. Algunas tímidas intentaban esconderse entre las sombras de las esquinas.
Lavinia solo trataba de utilizar la poca magia que le quedaba para buscar por los recovecos de este castillo infernal.
Sin embargo, algo de repente llamó su atención desde el segundo piso y subió la cabeza.
A través de unas cortinas oscuras alguien la miraba, lo podía sentir.
Sus ojos castaños deseaban atravesar las tinieblas. ¿Sería ese pervertido del Rey