LAVINIA Todos los músculos estaban contraídos, mis manos sudaban y mi corazón latía errático en mi pecho. Miraba al suelo, pero mis sentidos estaban pendientes al hombre inclinado detrás de mi cuerpo. Sus manos frías rozaron las mías y sentí el vibrar de una corriente. No sé, había algo que me resultaba conocido, pero ¿en qué sentido? Intenté que mi poca magia circulara para explorar al Rey, pero un escudo de energía lo bloqueaba y ocultaba.No podía pasar más allá. —Mmnnn —me estremecí cuando su respiración sopló dentro de mi sexo.Me estaba oliendo como un lobo y eso me hacía sentir avergonzada. Deseaba imaginarme el rostro grotesco de un anciano libidinoso para que me diera más asco, pero mi mente no estaba funcionando como yo quería. —Sshh —algo mojado y suave lamió desde mi clítoris hasta la entrada de mi estrecha vagina. Lo hizo varias veces, siseando y salivando. Mi trasero tenso, mis hombros temblaban, luchaba por levantarme, pero algo me presionaba. Era como si una
LAVINIAMe levanté con las piernas temblorosas y caminé hacia la pesada capa dejada sobre el suelo.El fluido lechoso bajaba por mi espalda como un rastro que había dejado atrás.Antes de tocar el picaporte, la doncella que me trajo abrió, mirándome de arriba abajo.—Vamos —fueron sus palabras, y me llevó hasta otra habitación donde esperaban más mujeres.Todos los ojos se centraron en mí, con diferentes expresiones.Sus narices de loba se movieron y algunas fruncieron el ceño. Sé muy bien que podían oler “la marca” de un macho.Me senté en una silla con las nalgas húmedas y el coño sensible.Esperando salir de esta locura.Pasó otra media hora, donde entraron más hembras al cuarto.Uno de esos hombres llamados sacerdotes irrumpió al fin, con el rostro severo, pero sus pupilas se centraron en mí por un momento.¿Será que nos iban a eliminar?Quizás me creía la muy sexy y a su majestad no le gustó mi olorcito de allá abajo.—Todas han sido seleccionadas para pasar a la siguiente ronda
LAVINIASalí de mi habitación caminando un poco incómoda.El vestido que llevaba iba bien ajustado a mi silueta, y debajo, un conjunto de ligas con encajes rodeando los muslos.Mi intimidad, apenas tapada por una pieza demasiado descarada, que se me iba encajando entre los pétalos mientras daba los pasos.Mi clítoris era constantemente estimulado por el roce y sentía que comenzaba a mojarme.¿Quién diantres mandó a ponerse algo tan pervertido?A mi mente llegaron los recuerdos de lo que viví en la tarde, y un poco más de jugo escurrió de mi coño.¡No me gustó…! maldit4 sea, solo me quedé con un orgasmo a medias… es solo biología…—Espere aquí —me indicó la doncella, y me paré en el pasillo junto con otras candidatas.Me miraron de soslayo, pero ya nadie vendría a meterse conmigo, o al menos no abiertamente; sin embargo, estaba segura de que las cosas no se quedarían así.Nos mandaron a pasar al comedor y me extrañó no ver a la beta, pero casualmente miré hacia atrás y la vi hablando c
LAVINIA—¿Acaso no te dije que me gustaban las mujeres calladas? —el hombre le dio unas nalgadas que la tuvieron gritando como meretriz. Dio la vuelta frente a ella y su rostro estaba sumido en las sombras y la luz.Lo vi tocándola, agarrándole el cabello para pegarla a él, diciéndole algo al oído que la tuvo gimiendo por más.Sus manos tensas hacían tintinear las cadenas sobre su cuerpo suspendido.Entre sus piernas femeninas aparecieron unos dedos gruesos y vi cómo su coño era abierto y penetrado, haciendo escurrir el semen de su interior que goteaba a la alfombra.Los gemidos de la beta llenaron de nuevo el cuarto y toda esa interacción morbosa me hacía sentir rara, como una fisgona pervertida.Ajena al peligro que se cernía detrás de mí.—Hhmmp —el grito asombrado se quedó en mi garganta cuando fui apresada.Un cuerpo masculino y poderoso se pegó a mi espalda.Mi boca fue sellada y mis brazos subieron sobre mi cabeza como si también estuviese apresada en el techo.Una fría respir
LAZIELSostuve el suave cuerpo de Lavinia entre mis brazos, intentando controlar mi propia magia para no causarle dolor.Me dije que iba a jugar lentamente, a seducirla y colarme bajo su piel; a mostrarle esa parte de mí que nadie conoce, pero no pude contenerme.Escuchar sus gemidos excitados, aspirar el aroma dulce de su coño, su suavidad, la cremosidad entre mis dedos, el sudor bajo mi boca…Lavinia de rodillas frente a mí, enloqueciéndome con su sumisión, con su deseo descarado y esa magia tímida que muero por devorar.Huele a sol y a luz, mi propia energía oscura se precipitó, mezclada con lujuria… casi no puedo controlarme y eso es lo que más temo.Mientras la sostenía contra mi pecho y abandonaba esta habitación que utilicé como cebo para atraerla, nos desaparecemos en medio de la bruma negra.Aún no puedo ir a mi mundo espectral y la mayoría de mis espectros quedaron atrapados ahí.Este sitio parece estéril de magia; sin embargo, no es tan así.Energía arcana poderosa del elem
LAVINIARugí de nuevo, con los recuerdos mezclados en mi cabeza, una nube oscura tapa el rostro de ese hombre que empujaba su virilidad en mi boca, ¡pero yo sé lo que vi después!—¡No estoy loca!Pero ¿Laziel?… no me lo imagino como ese macho ardiente y apasionado que me comió el coño la primera vez y luego casi me monta dentro de ese armario.—Laziel es frío… él… él nunca me vería de esa manera… como una mujer… es más tieso que un palo… — miro al espejo mientras intento autoconvencerme a mí misma.Sin embargo, todavía recorre mis venas, esa magia poderosa que está nutriendo mi propia energía agotada.Me costó mucho trabajo controlarla. Aun el pecho me duele, sentí por un segundo que me explotaría el corazón.Es voraz, hambrienta, opresiva y lucha con mi propia magia por controlarme.Cada hechicero tiene su sello, su propia esencia, y aunque Laziel y yo nunca practicamos mucho juntos, recuerdo la intensidad de su poder.Me quedo mirando como una tonta mi reflejo.Todas las evidencias
NARRADORAEl sacerdote a cargo miró a esa mujer molesta que no paraba de berrear y querer llamar la atención de su majestad.—¿Por qué habría de equivocarme? —se giró para mirarla con desafío—. Si el mismo Rey envió el obsequio para la Srta. Rosemarie, ¿por qué tendría que entregártelo a ti?Vera apretó los dientes ante el desafío del sacerdote.Ya no le temía tanto a ese vejete que obviamente le traía manía. Ella sabía que el Rey la deseaba.Parece que el sacerdote favorecía a la tal Rosemarie de alguna manera; quizás fue hasta quien se acostó con esa resbalosa.Definitivamente, ella ya conocía el aroma real de su majestad y esa zorra tenía el mismo olor encima que el primer día. Obviamente, nunca estuvo con el Rey.—Ya le demostraré por qué debe dármelo a mí.Con la confianza que le daba haberle dado varios orgasmos al monarca dentro de su coño, caminó con la cabeza en alto hasta los bajos del estrado.—¡Su hermosa majestad, pido justicia para su servidora que está siendo calumnia
NARRADORAEntonces Lavinia recordó el momento en que la mano del Rey tomó la copa que le había servido esa misma doncella durante la cena.¿La salvó entonces de la trampa de la beta?¿Por eso castigó a esta mujer que deseaba perjudicarla? Es obvio que existía una mano manipuladora detrás de todas las confusiones.De un momento a otro, un gruñido distorsionado se escuchó tras el velo del Rey, poniendo un punto en la boca de los presentes.Las risas, burlas y gritos cesaron de golpe.Uno de los sacerdotes fue corriendo hacia el borde de la cortina, estirando las manos en una pequeña abertura, para recibir un edicto real.Se giró en la misma plataforma para leerlo.—¡Por decreto del Rey Lobo, debido a su comportamiento indecente y tramposo, se le entrega a la hembra Vera Lous, al sacerdote encargado, Visconzuelo! ¡La sirvienta queda expulsada de la manada y el mozo recibirá una recompensa de la manada de Vera Lous por daños y prejuicios!Enrico estaba que no se lo creía.Solo había dicho