280. ILUSIONES Y REMORDIMIENTOS
NARRADORA
Frederick caminó ajeno al peligro, por el sendero custodiado por árboles retorcidos y feos.
Este era su mundo interior, una especie de bosque encantado y macabro, como él.
Al final del camino lo esperaba una mesa, una silla, algunos documentos y, lo más importante, otra caja que guardaba su preciada reliquia.
Pero nada más hizo abrir la tapa y estirar los dedos cuando un aroma diferente lo alertó.
Pasos se frenaron cerca; alguien estaba a su espalda.
¡¿Cómo fue que no pudo detectarlo antes?!
Sin perder ni un segundo, tomó ese horrible rostro que abrió los ojos llenos de agonía y se lo colocó en la cara.
Se giró de golpe, sintiendo el dolor recorrerlo cuando succionaban su sangre.
Era horrible, todas las sensaciones que experimentaba, pero si alguien logró descubrirlo tan rápido, entonces, era poderosa.
—¡¿Quién eres y cómo entraste a donde no te han invitado?! —la voz de Frederick intentó sonar poderosa, aunque era una mezcla de tonos femeninos.
Observo medio en pánico a la