Rosalie soltó el aire que sujetaba al abrir la puerta para François.
— Gracias a Dios! no sé qué hacer, y estaba sangrando.
François la miró, entonces entró apresurado.
Rosalie lo llevó hasta el cuarto, y cuando pararon frente a la puerta ella llamó un par de veces, y llamó a su hijo.
Cuando no obtuvo respuesta y estaba a punto de llamar nuevamente, él la silenció con una mano en su hombro y su mirada.
— Espera en tu cuarto. — dijo.
Ella sacudió la cabeza, discordando, pero el hombre la cogió por los hombros y la miró:
— Confía en mí.
Ella miró esos ojos verdes profundos, y simplemente confió.
Rosalie volvió a su habitación, y se quedó sentada con sus manos temblando.
Sus labios secos, y ese nudo en su garganta.
Debió ser algún tipo de castigo por golpear a Louie.
Sabía que no debía haber cedido a sus maldades, y ahora estaba pagando el precio.
Ella había pagado el mal con el mal, y ahora estaba siendo castigada.
Ella se levantó de su cama, y comenzó a caminar en círculos, y se dio cue