Irina fingió intentar mediar:
—Héctor, Valentina es solo una extraña, mientras que Luciana es su única hija biológica. Piénsenlo bien. No hieran el corazón de Luciana por una extraña. ¡Perderán a su hija de sangre!
—¡Luciana! —respondió Daniela con indignación—. No reflexionas sobre tus errores y sigues poniendo a otros contra la pared. ¿Hay alguna bajeza que no seas capaz de cometer?
Luciana sonrió con frialdad.
—No importa lo que haya hecho, soy la hija de los Celemín. Tuve suerte al nacer, ¿y qué?
Daniela no podía creer lo que escuchaba.
—¡Desgraciada!
Nadia miró a Daniela y negó con la cabeza.
—Daniela, déjalo estar.
Daniela resopló.
—Papá, mamá, ¿ya decidieron? —insistió Luciana—. ¿A quién eligen, a mí o a Valentina?
—¡Miren, la señorita Valentina está bajando las escaleras! —anunció alguien.
Todas las miradas se dirigieron inmediatamente hacia arriba, donde la protagonista de la noche hacía su aparición.
Valentina lucía un elegante vestido largo de satén blanco que delineaba perf