Capítulo 658
— Mis piernas ya no pueden sostenerme, por eso debo usar silla de ruedas —respondió Katerina.

Sofía pareció entender a medias.

— Abuelita, ¿entonces estás enferma? No te preocupes, todo va a mejorar. Te regalo una paleta.

Sofía sacó una paleta de colores y se la ofreció a Katerina.

Katerina se quedó paralizada. Nadie le había regalado una paleta antes.

En su juventud, había sido una señorita de alta sociedad, educada en los modales de la aristocracia. Sus padres le habían enseñado a buscar un matrimonio conveniente y a ser una buena esposa y madre, pero nadie le había regalado una paleta. Ni siquiera había probado esas golosinas llenas de colorantes que consideraba comida basura.

Katerina permaneció inmóvil.

Sofía puso la paleta en la mano de Katerina.

— Abuelita, tómala, ¡está muy dulce!

Al ver la sonrisa radiante en el rostro de Sofía, Katerina también esbozó una sonrisa.

En ese momento, Valentina se acercó.

— Sofía.

Katerina levantó la mirada y vio a Valentina. Se quedó tensa.

— ¿Va
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