Capítulo 500
El rostro de Mateo reflejó resignación. Ahora era como una rata que todos querían cazar.

Nadie lo quería cerca.

—Abuela, solo quiero ver a Valentina.

Dolores suspiró:

—Está bien, mírala entonces.

Mateo se sentó junto a la cama, observando el rostro pálido de Valentina. Instintivamente, extendió la mano para acariciar su rostro.

Pero con un "¡paf!", Dolores apartó su mano de un golpe:

—Te he permitido mirar, ¡no tocar!

Mateo se resignó.

Retiró su mano:

—¿Qué ha dicho el médico? ¿El bebé está bien?

Dolores respondió con mal humor:

—Gracias por tu preocupación. Valentina y el bebé están bien.

Mateo apretó los labios.

Dolores lo miró:

—Valentina está embarazada ahora. Dime, ¿no quieres ser padre?

La habitación estaba en silencio. Dolores hablaba en voz muy baja, preguntándole bajo la suave luz si quería ser padre.

Mateo respondió:

—No lo había pensado.

Dolores insistió:

—Pues ahora puedes pensarlo. Valentina dará a luz un niño o una niña, que se parezca a ti o a ella, da igual. Te llamará
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