Capítulo 299
Daniela también oyó la maldición del hombre y miró a Diego.

El rostro frío de Diego se perfilaba bajo la tenue luz de la calle. Viéndolo tan de cerca, Daniela notó cierta juventud en sus facciones. Aunque parecía mayor de lo que era, debía tener más o menos su edad, también en primer año de universidad, muy joven todavía.

No mostraba expresión alguna, permanecía en silencio.

Daniela: —Oye...

Antes de que pudiera terminar, sintió que la presión en su hombro disminuía. Diego la había soltado y habló con frialdad: —Te olvidaste de llevarte tus cosas.

Había traído los regalos que ella dejó.

—No es necesario, son suplementos para la salud de tu madre. Te agradezco mucho que me salvaras.

Diego no dijo nada. Tomó los obsequios y caminó a grandes pasos.

Daniela lo siguió rápidamente.

Descubrió que Diego la estaba guiando fuera del callejón oscuro y húmedo hacia la calle principal. Levantó la mano para detener un taxi, abrió la puerta trasera, puso los regalos dentro y la miró: —Vete a casa, no
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