Dicho esto, Mateo se marchó.
Aitana quedó sumergida en un terror inmenso. Un instante de ambición la había llevado a hacerse pasar por Valentina, y ese error resultó ser el que arruinaría su existencia para siempre.
Su vida estaba completamente arruinada.
Aitana miró a Leonel. En este momento, él era su última tabla de salvación.
Aunque Leonel venía de un origen humilde, era trabajador y ambicioso. Durante estos años le había dado más de cien mil dólares, y siempre que su familia tenía problemas, era Leonel quien se lanzaba a resolverlos. No podía perderlo también.
—Leonel, lo siento, todo ha sido mi culpa... Llévame a casa, te prometo que viviré bien contigo... —suplicó Aitana entre lágrimas, aferrándose a su mano.
Pero Leonel la apartó con fuerza.
—Aitana, ahora que no puedes quedarte en Nueva Celestia, ahora que has caído al abismo, ¿recuerdas mis virtudes? Ya he visto tu verdadera cara. Alguien tan codicioso como tú no merece la pena.
Leonel se dio la vuelta para marcharse.
—¡Leone