Tras estas palabras, se dirigió al estudio con sus tacones altos, dejando a Valentina paralizada en el pasillo, mientras la frase "nadie te ama" se repetía en sus oídos.
Valentina sabía que Luciana la despreciaba, que la veía como una acechadora, codiciando a su familia y a su pareja, alguien sin nada ni nadie que la amara. Sintió una punzada de dolor que le atravesó el corazón. Qué irónico que la madre de Luciana y su pareja originalmente le pertenecieran a ella.
Mirando la puerta cerrada del estudio, se preguntó si él liberaría a Gael por petición de Luciana. Aunque ella le había dicho que escuchara desde la puerta, ahora le faltaba el valor. No se atrevía. El calor que había sentido en su corazón se fue enfriando poco a poco. No debería haber albergado esperanzas con respecto a Mateo, pues sin esperanza no hay decepción ni dolor.
[...]
En el estudio, Mateo revisaba algunos documentos cuando Luciana se acercó y comenzó a masajear sus hombros:
—Mateo, escuché que tienes encerrado a Ga