¿Una cita a ciegas? Al escuchar la conversación, el humor de Mateo empeoró. Fingía no parecer interesado mientras se desabrochaba la camisa.
Ding, ding, ding...
Camila seguía enviando mensajes de WhatsApp, Valentina dejó que las notas de voz se reprodujeran automáticamente.
—Mira a este hombre, tiene abdominales de acero, tranquilamente podrías dormir sobre ellos.
—¿Y este? Parece un tierno cachorrito, se ve muy divertido.
—Este otro, es un ejecutivo. Aunque use esas horribles gafas doradas, debes admitir que tiene un aspecto frío.
—Todos ellos son tu harén, elige el que quieras.
Mateo guardó silencio, sus labios formando una línea tensa. No tenía idea de que Valentina tuviera un harén de hombres.
—Está bien, voy para allá —respondió ella en una nota de voz.
Al girarse, lo vio cambiándose la ropa. Luego, le extendió un papel: —Señor Figueroa, esta es la receta médica para la abuela. Prepárela a fuego alto durante una hora los martes, jueves y sábados, y asegúrese de que la tom