Capítulo 4

Si alguien le hubiese dicho a Rafael lo doloroso que era ver a la mujer se su vida llorar sin consuelo y no poder hacer nada para detener esas lágrimas descontroladas, no se lo hubiese creído.

Pero allí está, conduciendo hasta su departamento para dejar a Luz y luego volver al evento, porque si de algo estaba seguro, es que iba a encontrar al maldito y lo haría pagar con creces el daño que le había causado a una chica inocente como Luz.

Al llegar al edificio, Rafael la ayuda a bajar y la conduce al interior, afortunadamente a esa hora la cordialidad del conserje se limita solo a una inclinación de cabeza, así que el camino es expedito hasta el elevador.

Nada más entrar a la caja metálica, Luz se abraza a sí misma bajo la chaqueta que Rafael le dio en el auto, de alguna manera necesitaba hacerla sentir segura con él en ese momento.

Se sentía una b****a por haberla besado sin su consentimiento y ahora se siente peor, porque para él es haber abierto el universo para que a Luz le hicieran daño, para que otros la miraran como un objeto que se puede tomar al antojo y…

Las puertas se abren y ambos caminan con paso acelerado al refugio improvisado para cualquier tipo de ultraje.

Entran y Rafael enciende las luces, dejando a la vista de la chica una sala muy austera en cuanto a mobiliario, con decoración moderna y minimalista donde predomina una televisión de 65” y un sofá de tres cuerpos que a simple vista podría servir para que una pareja duerma allí.

-Mi habitación está por allí – le dice señalando el pasillo -. Esperaré aquí a que te bañes, puedes tomar lo que quieras de mi guardarropa. Hay ropa interior nueva al fondo del closet.

-Gracias… pero – se cubre el rostro con las manos -. Quiero estar sola… tengo mucho miedo, me siento débil y creo que sí algo más pasara esta noche, me tiro de tu balcón.

-Luz… - intenta acercarse, pero se detiene, metiendo las manos en sus bolsillos -. Yo sería incapaz de hacerte daño, hoy me quedó claro que no puedo forzarte ni siquiera un beso porque no eres cualquier chica… para mí eres mi universo.

-Uno al borde del colapso, estoy a un paso del Big Bang y no quiero que salgas lastimado.

-Así tenga que sobrevivir a esa explosión y a muchas más, voy a estar aquí para ti.

Pero la mente de Luz en este momento no procesa las cosas como podría hacerlo en un estado mental normal, y es entendible, porque lo que le ha pasado esta noche es lo peor que una mujer puede vivir y a tan corta edad.

Ella solo se gira y va a la habitación de Rafael, en donde solo hay una cama, ve un par de puertas que abre por instinto y se encuentra la ropa de ese hombre que ha decidido ayudarla sin reparos, sin hacer más preguntas que las necesarias y ha compartido su dolor.

-Solo espero que cuando quiera ir por mi vida, también me apoye, porque después de hoy… definitivamente será muy diferente.

Se mete a la ducha, pensando en todo lo que se le vino encima desde hace dos horas.

Una de ellas es que ya no será periodismo lo que estudie, necesita una carrera más agresiva, una que le permita ayudar a mujeres que, como ella, sienten que han perdido todo por un desgraciado alcoholizado que luego solo huye de su crimen.

-Seré abogada, una implacable, una que con solo nombrar, sientan miedo de haberse cruzado en su camino… - dice entre lágrimas, dientes apretados y aclarando el shampoo de su cabello -.

Limpia su cuerpo hasta dejarse la piel roja, su zona íntima le duele, todavía puede sentir a ese infeliz tomándola sin consideración…

Sus piernas tiemblan, pero este no es momento de caer…

Si tiene que llenarse de esperanza, de odio, de rabia, ¡de lo que sea! Lo hará.

Ha tomado el camino fácil, el de guardar silencio, el de no decir nada y seguir adelante como si todo eso hubiese sido una pesadilla.

Cierra el grifo y se queda mirando la fría cerámica, pensando en las posibilidades que tiene ahora…

Toma la bata de baño y una toalla para cubrirse el cabello, se mira al espejo y puede ver sus ojos rojos producto del llanto constante.

Cierra sus ojos, respira profundo un par de veces y vuelve a la tierra.

Hay un paso que debe dar y no puede dar marcha atrás, porque ese es el camino que la llevará a su nuevo destino.

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