Dos años atrás
Victoria
Llevábamos un mes en este calvario. Ya había perdido la cuenta de las veces que nos habían castigado. Ellos deseaban doblegarnos, pero se toparon con los hijos equivocados, así sentía que nuestros padres nos abandonaron. Esos demonios humanos parecen tener fobia a la familia; según sus palabras, tal institución no era importante.
Pero negar a mis hermanos era negarme a mí misma, sería negar la sangre que corría por mi cuerpo, o que mis padres no sean mis padres. ¡No podía! Así me toqué quedarme arrodillada de nuevo. Jamás los negaré a ellos. —No había podido dormir y no demoraba en sonar la desgraciada corneta—. Recordé esa tarde hace dos semanas.
Habíamos terminado el entrenamiento obligatorio.
—¡Pudiste llegar antes! ¿Prefieres morirte? —Me reprendía el mayor Thompson luego del la maratón de atletismo.
—Sí, señor.
—¿Prefieres la vida de tu hermano antes que de la tuya?
—Nos salvamos o perecemos juntos.
—Diez minutos arrodillados te harán cambiar de opinión.