Capítulo 18

Una cama cómoda era lo que más amaba Lucía. Ella había pasado por mucho. Y sabía que lo invaluable para el ser humano, es poder estar feliz bajo un techo y tener donde dormir. Por eso, consideraba su habitación un paraíso y también, su espacio más íntimo, donde podía pensarlo todo, sin barreras.

Lu tenía una vida tranquila. Pero ella sabía que la tranquilidad llama a los recuerdos. Porque a través de las horas quietas, hay tiempo de sobra para recordar.  Su sobrina canela era tan parecida a ella, que se estremecía de solo pensarlo. Nadie lo decía, nadie se percataba de eso. Pero los genes de ese lado de la familia, eran femeninos. Y ahora luego del suceso de la toalla, el parecido traspasaba las barreras de lo invisible: hechos que se repetían a través de los años. «Mañana habrá tiempo para seguir recordando», pensó, moviéndose de un lado al otro en la cama. Pero claro, no todas las noches eran tan solitarias. Lo supo al exaltarse con el repique del teléfono.

–Aló.<

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