La mirada de Luis era densa como la noche.
Elia quiso pasar a su lado, pero el hombre extendió el brazo y la detuvo.
Luis se acercó a ella, su voz tan baja que solo ella podía escuchar:
—Elia, no me importa cuánto pasado tengas con él, pero después del matrimonio, absolutamente no permitiré que tengas algo con otros.
Elia resopló fríamente:
—¡Estás pensando demasiado! Si vas a preocuparte, deberías preocuparte por otros chicos guapos. Los jóvenes y encantadores.
La primera parte de la frase conmovió un poco a Luis, pero la segunda lo hizo querer maldecir.
Luis agarró el brazo de la mujer, en lugar de enojarse se rió:
—Elia, realmente eres algo especial.
Elia extendió la mano para arreglar la camisa del hombre, con una sonrisa ligera:
—Durante los próximos dos años, definitivamente me mantendré progresando para poder seguir el ritmo del señor Turizo. Si no soy lo suficientemente excelente, no sería digna del señor Turizo.
Luis soltó una amenaza:
—Ya verás.
Los dos se atacaban mutuamente