Susana la miró un momento, después dijo muy tranquila a la familia de David:
—¡Con quien sea que esté embarazada, con esa persona debe hablar! Me separé de Héctor, los asuntos entre ellos dos no me conciernen.
Yolanda con lágrimas:
—Susana, ¡te pido perdón! No fue a propósito, solo no pude controlarme.
Susana se rio:
—¿No fue a propósito? Creo que debías saber quién era Héctor. Cuando él viajó por trabajo lo seguiste al norte, le lavaste la ropa interior y los calcetines, ¡y de una cosa llevó a la otra hasta terminar en la cama!
Yolanda siguió negando:
—¡No es cierto!
Entonces, se arrodilló frente a Susana, suplicando amargamente:
—Susana, realmente no fue a propósito. Me gusta, por eso hice algo malo. Pensé que a él también le gustaba. La primera vez sangré, me abrazó y me besó durante mucho tiempo, dijo que me cuidaría, que se haría responsable.
David tenía cara de disgusto.
Realmente vergonzoso.
Susana lo miró y se rio con frialdad:
—¡Este es tu castigo!
Por supuesto que no se invol