La mesa estaba adornada con finos manteles y candelabros que proyectaban una luz suave sobre el rostro serio de Lord Francis Garlem.
En el otro extremo de la larga y elegante mesa, el Rey Gorianito Jhonn Cuarto Wiztan observaba seriamente, mientras los sirvientes servían los manjares de la cena.
—Mi majestad, lamento informar que nuestra misión de hoy ha sido un fracaso —comenzó a hablar, Lord Garlem en tono grave, con la mirada fija en su copa de vino—. No logramos dar con el culpable, pero durante la investigación, descubrimos que no se trata de un criminal solitario, sino de un grupo organizado. Tenemos indicios de que el líder de este grupo se encuentra en la ciudad, y planeo tenderles una trampa en los próximos días para capturarlo~ —sonrió confiado, Francis.
El Rey asintió, sus ojos azules viéndolo con determinación.
—Házlo —ordenó con voz firme—. Quiero que lo traigas ante mi presencia. Quiero que ese maldito sepa que nunca debió meterse con mi gente ni con mi capital.