Evelyn no siente cuando el avión aterriza, ni siquiera las primeras veces que Wilhelm intenta despertarla.
—Esposa…
Al tercer intento, Evelyn se despierta algo sobresaltada. Se quita el antifaz y las orejaras para descubrir a Wilhelm inclinado hacia ella, está sonriendo.
—Hemos llegado.
Wilhelm le da tiempo a Evelyn para desperezarse y acomodar su ropa y cabello ante de bajar. Mark, que saluda a Evelyn con la cabeza, guía el camino por la pista.
Durmió tan profundamente que no sintió las casi once horas de vuelo.
—Sabes —le dice a Wilhelm mientras caminan hacia el aeropuerto —, cuando nos divorciemos, pediré ese jet.
Wilhelm suelta una carcajada. Evelyn se queda de piedra un momento, es la primera vez que escucha a Wilhelm reír con tanta libertad. Es un sonido bueno, diferente, a la voz profunda del hombre, su risa está cargada de algo como la despreocupación y fascina a Evelyn, contra su voluntad, en seguida.
No es hasta que ve el letrero que hay sobre una de las puertas de entrada q