Episodio 5

Laena suelta un largo suspiro.

 

Al parecer mi hermano no te ha contado, mi padre fundó el hospital Reverie Gold, pero contrató a la gente equivocada para administrar las acciones, por lo que no hubo un buen funcionamiento, estábamos por caer en banca rota, así que papá se vio obligado a vender las acciones a otra persona, y ese es el señor Van Doren —me explica con aire nostálgico—. Su nieto, es el mayor accionista, dueño de prácticamente todo el hospital, es un hombre frío, calculador y déspota, créeme, no querrás aparecer nunca en su radar.

 

Parece que describes a alguien sin corazón.

 

Es que no lo tiene, dudo que haya nacido con uno siquiera, escucha bien, si apareces en su camino, lo mejor que puedes hacer, es desaparecer o él acabará contigo —finaliza.

 

Después de esto, no tengo ninguna curiosidad en conocer al nieto del señor Van Doren, suena a una mala persona, por otro lado, saber que cuando ingresé al hospital el año pasado, Mason era el hijo del dueño, me hace pensar que también me ayudó a conseguir la pasantía aquí.

 

—¡Oh, ahí está! —Exclama de repente—. ¡Vamos!

 

No tengo tiempo de reaccionar, porque de inmediato soy arrastrada por Laena hasta uno de los rincones del enorme salón principal de eventos. Voy dando algunos trompicones, hasta que nos detenemos en seco, mi corazón palpita con fuerza, respiro hondo, consiguiendo recuperar el aliento, los pies me duelen debido a que no estoy acostumbrada a andar en tacones tan altos.

 

No puede ser, ella trae el mismo vestido que compró mi hermano para ti.

 

—¿Qué?

 

Levanto la mirada, y justo al hacerlo, a lo lejos, a un par de metros, me encuentro con una mujer hermosa, trae puesto el mismo vestido que yo, solo que su cabellera pelirroja está atada a un moño alto que resalta sus facciones largas.

 

Esa tonta… —rechina los dientes Laena.

 

Pero no es su belleza por la que todo el mundo la observa, sino, por el hecho de que va colgada del brazo de un hombre alto, de traje caro, rubio, ojos de un verde que puede considerarse fantasía, un hombre con un aura peligrosa, su sola presencia impone y doblega.

 

—¿Quién es? —inquiero con cautela, sin poder apartar los ojos de la presencia salvaje y cruel de aquel hombre.

 

Entonces Laena traga grueso y tomando mi mano, ajusta el agarre.

 

Él es el nieto del viejo Sebastián —traga grueso—. Asher Van Doren.

 

Mis ojos se congelan en un mismo sitio, y es en dirección de aquel hombre de aura negra, presencia negra y ojos endemoniados, si no mal recuerdo, él debe ser el nieto de Sebastián Van Doren.

 

Ella es Eva Fersllen, su prometida, una pesada que se cree superior a los demás —añade Laena a mi lado.

 

Me les quedo viendo por lo que parece una eternidad, lo cierto es que ambos parecen hacer una buena pareja. Tal para cual.

 

Esa idiota se compró el mismo vestido —repite Laena—. Vamos a acercarnos.

 

Quiero decirle que es una mala idea, en especial porque algunas personas parecen darse cuenta del parecido idéntico de nuestros vestidos, conforme vamos acortando la distancia, cuando estamos a un par de metros, escucho las murmuraciones de algunas mujeres.

 

Mira, tienen el mismo vestido”

 

Sí, ¿crees que sea la amante del nieto de Sebastián?”

 

No tengo idea de que hace esa, pero mira, va en compañía de la hija de Carlo Raymond”

 

Pues no es por nada, pero a la castaña le queda mejor el vestido, ciertamente la prometida de Asher Van Doren, es una estirada”

 

Shhh, nos pueden escuchar, baja la voz”

 

Mis mejillas arden de la vergüenza, no puedo creer que esto me esté pasando a mí, miro hacia adelante al ver que Laena también ha detenido su paso, es ahí cuando me doy cuenta de que Asher Van Doren saluda a un anciano que me parece familiar, tiene un aire que me recuerda al anciano al que ayudé.

 

Mejor volvemos más tarde… —arguye Laena.

 

Estamos por irnos cuando la voz del anciano se eleva por encima del resto.

 

—¡No la quiero aquí, es mi fiesta de cumpleaños, saca a esa arpía de aquí!

 

Dios, no lo puedo creer —ríe por lo bajo Laena, su risa es discreta, pero su gesto no, cubriendo sus labios con una mano.

 

—¡Eres un malagradecido, no quiero que esa prostituta esté aquí! —el anciano da un golpe contra el suelo con su bastón.

 

El sonido hueco resuena por cada uno de los rincones de la gran estancia, haciendo callar al resto de los presentes.

 

Vamos, es mejor que no estemos cerca cuando la furia del anciano rebote por cada invitado —Laena tira de mi mano y poco a poco nos vamos alejando.

 

No sin antes, echarle un vistazo por encima del anciano que parece tener cara de infelicidad. Caminamos escuchando de lejos la discusión, pero me pierdo en los nuevos comentarios de las mujeres.

 

“¿Crees que la amante del CEO, esté aquí para causar problemas?”

 

No lo creo”

 

Nunca la había visto por aquí”

 

Además, nunca lo hemos visto con ella, puede que sea la novia del doctor Raymond”

 

Cotillas.

 

Pasa una hora en la que hemos estado hablando de banalidades, de vez en cuando Laena me presenta con algunas personas que considera importantes y amigos de su familia, hasta que poco a poco el dolor de pies se sube como tirón por mi columna. Llega un momento en el que la miro a un metro de distancia, hablando con un chico, ella ríe, por lo que tomo esa oportunidad para ir al sanitario.

     

Estoy a nada de salir, cuando abro la puerta, busco a Laena, sin embargo, tengo la mala suerte de que a mi costado, en el pasillo que lleva directo al vestíbulo, están el anciano y Asher Van Doren.

     

—Te lo advierto Asher, si sigues adelante con esto, con ese matrimonio, juro que no verás un solo dólar o lingote de oro de mi herencia —espeta el anciano con voz firme.

 

No me importa el dinero —agrega Asher con ojos llenos de odio.

       

Me apresuro a alejarme antes de que me vean, pero siendo consciente de que esta familia está loca, no quisiera estar en los zaparos de esa mujer y tener que soportar a esa clase de hombres, cuando localizo a Laena, esta frunce el ceño mientras observa algo en su móvil.

 

Camino a prisa, robando las miradas de esta vez de algunos hombres.

 

Aquí estás —Laena parece alterada.

 

Abro la boca para responder, cuando llega un hombre pelinegro de tez clara, y ojos azules.

 

Hola —me saluda e ignora por completo a Laena, lo que hace que se moleste.

 

Me preguntaba si quieres tomar algo en privado…

 

Laena tira de mí, llamando la atención del desconocido.

 

Lo siento, pero ella es la novia de mi hermano, te agradecería que te fueras, no tarda en llegar.

 

El tipo parece que palidece, no salgo con mi jefe, pero agradezco que con esa mentira, el hombre se haya alejado.

 

Mi hermano viene en camino, Holly. —Sonríe de oreja a oreja.además, luego de que le enviara la foto que te he tomado en casa, parece que terminó más rápido de lo que pensaba —ríe.

 

No comprendo muy bien lo que intenta decir, tengo una idea, pero eso queda apartado en cuando siento que me giran de golpe.

 

Aquí estás —dice una voz femenina y familiar.

 

Todo sucede en cuestión de segundos, pero la acción parece ser reproducida en cámara lenta, cuando la pelirroja que antes estaba llorando y rogando a los pies del anciano Van Doren, me vierte encima una copa de vino, manchando mi vestido.

 

La conmoción es más fuerte por parte de los invitados que están más cerca, Laena chilla un par de maldiciones mientras trato de procesar lo que está pasando realmente.

 

No sé quién eres o lo que intentas, pero si piensas que por un segundo voy a dejar que me humilles, estás equivocada —me dice la pelirroja.

 

Los susurros parecen llegar hasta el anciano, que se abre paso entre la gente, con su bastón y con su enfermera.

 

—¡¿Y ahora qué?! —Brama el viejo—. ¡Creí haberte dicho que te largaras de mi casa!

 

Entonces su mirada se fija en mí, abro los ojos como platos, verlo de cerca hace que corrobore mis sospechas.

 

Tú —dice el anciano, elevando las comisuras de sus labios en dirección al cielo—. ¡Eres tú, querida!

 

Anciano —musito apenada, sabiendo que mi voz tiende de un hilo.

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