En el momento en que ambos entraron al auto, y que el montón de guardias se fueran con rapidez a los demás carros, Lia se pegó al asiento, mientras intentó controlar su respiración.
Su esposo parecía un huracán que decía demolición, y con solo notar las venas en su cuello sacadas de su propia piel, supo que algo muy malo había ocurrido para que se encontrara de esta manera.
Y por supuesto, que la involucraba a ella.
Pero… ¿Por qué estaba enojado con ella?, ¿Qué había hecho?
—Muévanse… vayan por donde sea… pero no llegaremos a ninguna parte aun —indicó Said a su chofer mientras otro acompañante indicaba algo en árabe por su auricular.
Sus ojos negros y devastadores se pusieron en todo su cuerpo, detallando la forma de su vestimenta. Lia había elegi