Capítulo 37

Gianna.

Había pasado una tarde diferente y libre de estrés. Mikhail se había comportado como un caballero y ese beso en la rueda de la fortuna, me había dejado sin palabras. Él es un hombre impredecible y aunque volví a caer enamorada de él, sé que probablemente no sea mutuo, pero no sé qué me pasó. Supongo que las horas de trabajo me llevaron a esto…

Ni siquiera tuvimos un día para ayudarlo a recordar algo.

Había llegado a casa y por primera vez en varios días, veo a Thomas, que estaba haciendo la cena. Me quito los zapatos en la entrada y recuerdo las pantuflas que tenía en mi bolsa.

—Pero mira quien decidió volver a casa —me recibe, con voz molesta—. Alek está jugando con la hija de la vecina, vendrá en un rato para comer. ¿Qué haces aquí? Normalmente cenas con tu esposo o estás en cualquier lado menos en casa a esta hora.

—Thomas, por favor… —digo, poniendo las cosas en la mesa—. Hoy no es un buen día para que me hables así.

—¿No? Ah, lo siento. Es que nunca vienes a casa y sales
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