Capítulo cuarenta y siete
Las palabras se traban en mi garganta, mi vista se vuelve borrosa y todo a nuestro alrededor desaparece.
No me lo creo.
Tengo al hijo del empresario más famoso de rodillas ante mí, tengo a ojos azules de rodillas ante mí, tengo a un chico sumamente guapo de rodillas ante mí y mi boca aún no reacciona.
Esto es algo que jamás creí que pasaría.
Sus ojos escanean los míos con cierto temor, y no lo culpo, si yo fuera hombre y me tocara pedir la mano de mi novia estaría ya muerto si no dijera nada.
En realidad solo son dos palabras, solo dos palabras y no entiendo por qué no salen de mis labios. Mi cuerpo tiembla y se eriza al mismo tiempo, es tanta la emoción que sigo estática y en shock.
Suspira resignado y cuando veo que trata de levantarse