Capítulo 224

Una decisión amarga.

La noche caía sobre el penthouse con un peso extraño, como si la ciudad misma contuviera la respiración. El aire olía a inminencia, a un antes y un después que todavía no tenía nombre. Nadie lo dijo en voz alta, pero todos lo sentían en la piel: el tiempo se estaba acabando.

La sala permanecía iluminada solo por un par de lámparas cálidas. Silvio pasaba diapositivas en silencio; Valeria tomaba notas sin mirar realmente los papeles; Diego caminaba de un lado a otro con pasos torpes; Gabriel e Isabela permanecían juntos, aunque no demasiado cerca: había tensión entre ellos, un hilo fino que amenazaba con romperse.

Fue Silvio quien finalmente habló. Su voz sonó gastada.

—Tenemos que dividirnos.

Las palabras quedaron flotando en la sala, como un golpe seco al centro de la mesa. Nadie reaccionó de inmediato. Tal vez porque todos temían que el destino que estaban construyendo ahí mismo no tuviera vuelta atrás.

—¿Dividirnos cómo? —preguntó Valeria, aunque el