Murchadt miró a Letitia y le dijo: "Ve a conocerlo".
Letitia permaneció en silencio y simplemente se dio la vuelta para marcharse. Seguidamente, se dirigió al vestíbulo.
Allí estaba sentado un hombre de unos veinticinco años. Llevaba una túnica dorada, era ligeramente guapo y desprendía el aura de un mujeriego.
Cuando Letitia caminó hacia él, éste se levantó apresuradamente y la miró con simpatía.
“Estás aquí, Letitia".
Letitia lo miró y preguntó con frialdad: "¿Qué haces aquí?".
Ximun dijo con una sonrisa: "Murchadt me prometió que me llevarías al Monte del Dios de la Espada. Mi Camino de la Espada Ousia ha logrado la Tercera Consolidación, y me resultaría difícil avanzar más. Si puedo escuchar los sermones de la Maestra Ancestral de la Espada, tal vez gane algo de comprensión y cruce al grado de Cuasi Emperador".
Letitia lo miró para decir: "Lo siento, pero tal vez no pueda llevarte".
"¿Por qué?", preguntó Ximun con desconcierto.
Ella respondió: "Porque le prometí a otra per