James se puso en pie y se dio la vuelta para mirar a Thea. “Tú eres la presidenta. Ordena al departamento de finanzas que pague la indemnización”.
“James, ¿q-qué…?”. Thea estaba perdida.
Pensó que James resolvería el problema. Sin embargo, después de su postura y sus palabras vacías, ahora estaba aconsejando a los Callahan que pagaran.
Desde el interior del edificio se escuchó una airada reprimenda: “¿Qué haces, James? ¿Diez millones de dólares? ¿Estás bromeando? No me sorprendería que te hubieras confabulado con esa gente para estafar a los Callahan”.
Era Gladys.
James susurró al oído de Thea: “Hay algo mal con la medicina”.
“¿Cómo puedes estar seguro de que esta medicina fue prescrita por nosotros? ¿Y si alguien está intentando inculparnos?”. Thea miró a James. Si pagaban una indemnización antes de llegar al fondo de este incidente, ¿no sería equivalente a reconocer su error?
James dijo: “Escúchame. Apaciguar a la familia del fallecido es nuestra máxima prioridad. Mientras pag